El principal reto que representa la renovación urbana de Cali es la escasez de referentes históricos que permitan generar sentido de pertenencia. Cuando no se ama un lugar es muy difícil que los ciudadanos tengan amor por el espacio que habitan y esto desde el punto de vista de la gestión y el impacto es complejo.

El origen histórico de Cali es confuso, ya que somos una mezcla de Españoles con niveles educativos y culturales muy bajos (Ver libro Sebastián de Belalcázar fundador de ciudades de Diego Garcés Giraldo); prácticamente acabamos con los indígenas del Valle (Ver historia del Cacique Ximundoi, Petecuy y la princesa Lili) y trajimos a familias Africanas, muchos de ellos descendientes de reyes y nobleza lo cual hace más honda la herida cultural-histórica.

Decir que las casas de hacienda vallecaucanas son nuestro patrimonio sin reconocer la crudeza del trato de los españoles a los esclavos africanos o la masacre de indígenas no es posible; de igual manera el nivel de la técnica en la construcción debido al bajo nivel cultural de los españoles no ha significado una conservación importante en el patrimonio.

A pesar de esto no podemos desconocer:

1.      Que la unicidad de nuestra historia la hace significativa.

2.      No solo aquello que se ve es importante de nuestra historia, ya que el patrimonio inmaterial es también tremenda mente significativo a la hora de narrar las historias de nuestro territorio.

En este sentido considero que nuestro patrimonio necesita ser re valorado y significado para de este modo contar la historia desde una óptica diferente.

Lo que nos hace únicos e irrepetibles es la mezcla, en esencia. La salsa no es ni menos criolla, ni más africana ni desconectada con España, es una rica mezcla de hechos históricos que ocurrieron a un lado y el otro del continente y que hoy nos permiten liberar las presiones de un mundo cambiante en un estilo de baile que solo se conoce aquí en Cali.

Entender el contexto histórico de la salsa nos adentra en historias que construyen nuestra identidad y es esa identidad en esencia el insumo que necesitamos para reconstruir nuestro territorio. Valorar el patrimonio, contar las historias, reenfocar lo que realmente nos hace únicos y sacar pecho por nuestra ciudad es lo que nos permitirá construir los acuerdos necesarios y salir adelante. El resto se puede hacer con espátula y con cincel.

Arquitecto

Felipe Velásquez Palacio